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¿Quien es la felicidad?

  • Writer: Cristian Daniel Ferrero
    Cristian Daniel Ferrero
  • Aug 29, 2020
  • 13 min read

Cuando consultamos por un objeto o cosa cotidiana utilizamos la palabra “que” ya que esta pregunta busca identificar la variedad única e inconfundible del elemento en cuestión para que la conversación pueda avanzar sin desliz alguno debido a malos entendidos. El inconveniente que encuentro con saber que es actualmente la felicidad es que pareciera no tener una familia en particular, más bien se la percibe como algo omnipresente y al mismo tiempo invisible, casi todo el mundo la desea y en simultaneo la posee sin olvidar que se la puede adquirir directamente en cada promesa de los productos y servicios del mercado. Este hecho me provoca una incapacidad para catalogar la felicidad. Por este motivo es que te invito a que indaguemos juntos si podemos definirla.


La Felicidad Experimental

El camino que propongo recorrer busca entender el concepto de la felicidad desde sus orígenes hasta lo que conocemos o suponemos que es la felicidad hoy en día, antes de teorizar sobre la felicidad, intuitivamente mi primera reacción fue recurrir a las distintas definiciones no académicas que encontramos en un plano vivencial basadas en las experiencias de varias personas que han afirmado sentirla, vivirla y transitarla (incluyéndome). Al analizar estos relatos existen muy pocas coincidencias y hasta a veces son contradictorios en cuanto al cómo y al porqué. Te propongo que veamos juntos estos ejemplos más conocidos e imagino que te sentirás representado por alguno de ellos.

ü La felicidad pocas veces es tan plena como la que alcanzan las madres cuando ven por primera vez a su hijo luego del parto, pero en ese mismo acto yace el momento de mayor dolor físico que experimentan muchas de ellas.

¿Felicidad en el dolor?

  • El acto mismo de ser padres (tan romantizado actualmente) le ha dado sentido y felicidad a más de una persona o pareja y sabemos que dicho acto trae consigo años de agotamiento físico y mental sumado a la notable reducción del tiempo personal. (no niego el inconmensurable amor y dicha que trae este acto). Este modo de vida genera muchos momentos donde uno se replantea la paternidad y maternidad, sin mencionar lo injusto del sistema patriarcal donde la renuncia a los proyectos personales de las mujeres se ven más afectados aún. ¿Felicidad en el abandono propio?


  • Quienes han sufrido alguna enfermedad grave o transitado fases dolorosas mentales o corporales, al curarse y volver a un estado indoloro afirman cursar la felicidad. ¿Felicidad es simplemente tener salud?


  • El amor encabeza la lista de los generadores de felicidad, y no podemos negar las extremas sensaciones que este genera en nosotros, las personas que han amado en su mayoría también han transitado momentos de gran angustia provocada por la incertidumbre de ser correspondido o por el mismo desamor. Es inevitable cuestionarnos que sucede con la felicidad cuando no somos amados por quien esperábamos. ¿Felicidad es amar? ¿Felicidad es ser amados?


  • Aquellos que han matado por amor. ¿Felicidad es no compartir al ser amado?


  • La ambición desmedida por alcanzar aquellas metas soñadas, como ser el primero en alguna disciplina, el cargo laboral deseado, formar una familia, poder tener mi casa propia, etc. ¿Felicidad es el fin? ¿Felicidad es el medio?


  • Aquellas personas que se han suicidado. ¿Felicidad es el fin de la vida?


  • Supongamos que una persona recibe un aumento de sueldo lo cual obviamente lo ha hecho muy feliz por el dinero extra y porque es un acto de reconocimiento, pero al poco tiempo se entera que su compañero de trabajo recibió el doble de aumento que él, curiosamente este hecho le provocó instantáneamente rabia y enojo. ¿Felicidad es medir otras felicidades?


Y así podría seguir y llenar miles de hojas más, como podrás ver, encontrar un patrón en común que nos lleve a por lo menos un generador indiscutible de felicidad es imposible. ¿Porque resulta tan complejo encontrar un patrón común? Quizá debamos frenar esta dirección de búsqueda y viajar al pasado para adentrarnos en el viejo almacén de las palabras “la etimología” donde podemos encontrar su origen y procedencia, saber el contexto en que nacieron y mediante este mecanismo podemos analizar si su significado se ha modificado con el paso del tiempo.


La felicidad de antaño

Etimológicamente la palabra felicidad proviene del latín felicitas, que significa placer, alegría, buena estrella, buen destino.

Hay dos detalles importantísimos que extraigo de los primeros pasos de esta palabra (cuando solo era una palabra):

Por un lado, nos debería llamar la atención que era un estado semejante (sinónimos) de placer y alegría. No queda duda que en sus comienzos fue creada para cumplir con la simple labor de enriquecer el léxico utilizado. Cuando experimentábamos un momento fortuito podíamos expresar que nos sentíamos alegres, placenteros o felices manteniendo “estable” la magnitud del sentimiento.

¿Te imaginas luego de una relación sexual con un desconocido o desconocida decirle que fue una experiencia feliz? seguramente no tendrías una segunda cita, pero en tiempos donde felicidad era prima hermana del placer, ya estarías perfumándote para el próximo encuentro. Es tal la manipulación sufrida que hasta nos avergüenza su utilización por el grado de exposición al que nos exhibimos y lo más curioso e incompatible es que todos luchamos por obtenerla y nos esforzamos el doble porque se sepa que lo hemos logrado. No nos quedan dudas de que el primer cambio que sufrió la felicidad fue el posicionamiento superlativo en comparación con sus semejantes. ¿azar? Maldito azar.

Por otro lado, volviendo a la segunda parte de su definición etimológica, felicidad era “buena estrella, buen destino” claramente estaba incorporada en un concepto de apoyo a futuro, de esperanza de buenas decisiones, deseos de buena fortuna, la palabra se entregaba como escudo protector, como buen augurio a aquel viajero que se encomendaba a un cambio, era un “confiar”, una alineación de astros. En aquellos tiempos cuando te deseaban felicidad era un deseo concreto, humano, palpable que nos brindaba una especie de seguridad, representado en un objeto al que se asignaban todas sus propiedades, un collar, una piedra, una brújula, un amuleto. Lamentablemente parece ser que dejó de ser una esperanza de buen viaje, para pasar a ser el medio y también el fin de nuestro viaje, abandonó su cualidad incorpórea y mística representada en un objeto, para ser el objeto.

Si intentamos adaptar este antiguo concepto de la felicidad a los tiempos modernos podríamos decir que su análogo sería un “buena suerte”. Pero definitivamente no es lo mismo, la suerte es claramente una casta inferior, es tan así que para alcanzar la felicidad vamos a necesitar suerte, mucha suerte.

Etimológicamente no nos quedan dudas de que los que fueron sus usos en la antigüedad ya no queda ninguno. Ni el buen camino, ni la alegría y el placer saben de su paradero, deberemos probar con otras metodologías para ver si es posible encontrarla.


La Psicología de la Felicidad

Vamos a adelantar las agujas hasta nuestros días para poder entender que interpretamos por felicidad, no podemos evitar el camino de la psicología (bien o mal vista) para analizar que ha especificado por felicidad y su relación con nosotros, existen millares de definicines y perspectivas psicológicas sobre la felicidad, he optado por la que siguiente por contener la mayoría de los elementos que se expresan en las tantas otras definiciones. Desde su rama “genérica” define (más bien redefine) su nueva personalidad como:

Para la psicología, la felicidad es un estado emocional positivo que los individuos alcanzan cuando han satisfecho sus deseos y cumplido sus objetivos.

Lamentablemente este análisis no abarcará la totalidad del individuo, curiosamente se considera individuo a todo ser vivo, animal o vegetal, pero reparo en que es muy importante dejar formulada la siguiente pregunta para una futura discusión, ¿hemos pensado en la felicidad de los animales y plantas? Claramente la respuesta es no, ya que pareciera que ambos están a servicio nuestro y de formas terroríficas. Nos hemos autoasignado una categoría de individuo superior que es lamentable, y me disculpo nuevamente por explayarme sobre la felicidad solo en el campo humano. También dejaremos para capítulos venideros la última parte “han satisfecho sus deseos y cumplido sus objetivos” donde profundizaremos en saber de dónde provienen estos deseos u objetivos. ¿son realmente nuestros? ¿los elegimos libremente?

Antes de comenzar con el estudio de la definición psicológica de felicidad, esta a la vista sus nulos puntos en común con su antepasado etimológico, pasó de ser una simple emoción a un estado superior, de ser un buen augurio a un deseo u objetivo. ¿Dónde habrá quedado la buena estrella? ¿el placer? ¡Veamos! La definición que aquí encontramos pareciera estar incompleta por descuido, omisión ó sobreestimación de nuestra capacidad reflexiva, llama poderosamente la atención que no se aclare la “duración” de la felicidad, todo estado tiene un principio y un fin y me arriesgo a advertir que es por esta vía donde el análisis tendrá más frutos.

Vamos a segmentar la definición, para iniciar esta investigación trabajaremos el término “estado emocional positivo”, Lo primero que debemos tener en claro es la naturaleza de lo que significa “estado”: es una situación o modo de estar de una persona o cosa, en especial la situación temporal de las personas o cosas cuya condición está sujeta a cambios.

La mayoría de los elementos y sucesos del universo tienen un periodo de vida definido por un estreno y un desenlace y por otro lado un comportamiento, es decir, pueden sucederse por única vez, en ciclos o ser eventos caóticos. Por ejemplo, el abrirse de una flor, la órbita lunar, un tornado, las mareas o el Bing-bang y por más que creamos que dichos sucesos son accidentales los mismos son provocados por los vínculos a otros elementos o sucesos, no hay elemento en el universo que su dinámica sea invariable y los estados emocionales no son la excepción a estos comportamientos.

Un estado emocional es inherente a las circunstancias que lo rodea, por lo que si hay algo que no está en discusión es que es algo cambiante. Si un estado ha de ser logrado debemos dar por sentado que no será eterno por más que lo deseemos con todas nuestras fuerzas. Una vez aclarado esto te pido que vuelvas a leer la definición psicológica de felicidad y curiosamente no encontraras ningún detalle sobre el perecer del estado. ¿adrede, omisión o sobreestimación? Primera conclusión, un estado tiene fin.

Claramente la felicidad no es cualquier estado, para la psicología es del grupo “selecto” de los estados “positivos”, pareciera ser que no podemos ser felices mientras transitemos por alguno de los otros tipos de estados como el negativo o neutral. Podemos afirmar que los estados positivos, negativos y neutrales serán generados por las emociones positivas, negativas y neutrales respectivamente, es por esto que la definición agrupa el trio “estado emocional positivo”, ahora bien, bajo este lineamiento la psicología nos ha cerrado las opciones y también discusiones en cuanto a saber a ciencia cierta cuándo estamos siendo felices. Bajo este panorama no se puede ser feliz en momentos de tristeza, dolor, o transitorios, entre otros ya que estas emociones crearán un estado negativo o neutral irrumpiendo abruptamente y dándole fin al estado anterior, para nuestro caso la felicidad. Conclusión dos, la felicidad solo existe cuando estamos en presencia de estados positivos.

Avancemos, en el segundo fragmento de la definición dice: “que los individuos alcanzan cuando”, el termino alcanzar hace mención al inicio del estado positivo, como ya lo dije muchas veces, no sugiere su final. No creo que haga falta explayarme en argumentar que el transitar de la vida nos llevará por un camino de varias emociones y consecuentemente muchos estados, motivo por el cual podemos afirmar que la felicidad luego de aparecer en algún momento se termina, lo que no nos queda claro es si nos abandona para siempre o temporalmente y menos conocemos aún como sería su regreso. Por ello es que pongo a juicio la falta de contenido de la definición ya que no nos logra trasmitir con claridad la convivencia del mundo real con la felicidad, tema que es vital para su entendimiento y aceptación. Repito, es la vía de la coexistencia con la felicidad en la que debemos poner foco. ¿Qué sucede con la felicidad cuando mi estado es negativo?

Nos encontramos en un camino sin salida, la felicidad no es para siempre y la definición no nos ayuda a comprender como trabaja. Te propongo que vayamos por el camino del absurdo, te invito a que aceptemos su definición tal como está y no pongamos en duda su veracidad. Ahora, como segundo paso vamos a diseñar un universo donde sea posible su funcionamiento, es este nuevo marco creado por nosotros el que se adaptará a la felicidad. Para que esto suceda ella solo podría permanecer inmutable si se cumple con alguna de las tres siguientes condiciones del entorno:


“Ininterrumpida Felicidad”: en este universo los que han alcanzado la felicidad no la han abandonado nunca, por ende, aquellos que han sido felices nunca en todos esos años han tenido un estado no positivo, jamás sintieron tristeza, vacío, o simplemente un período neutral. Resulta más que cuestionable la veracidad de esta variable, todas estas personas ¿En años no han vivido una mañana de replanteos? ¿Un domingo nostálgico? ¿Una pérdida de un ser querido?

Por otro lado, hemos leído que la felicidad se alcanza al lograr un objetivo, por lo que bajo estas condiciones una persona que tiene un nuevo deseo u objetivo, si o si deberá cumplirlo con éxito rotundo y sin haber transitado ni siquiera ansiedad, es decir, el fracaso no existe bajo este panorama. Pero como prometimos modificar todo menos la definición vamos a suponer que consigue el nuevo objetivo sin tropiezos, ¿es cuantitativa la felicidad? esta persona ¿es el doble de feliz?

“El desgastante camino de la felicidad”: esta segunda opción nos acerca a un mundo más parecido al nuestro, aquí se experimentan estados negativos y neutrales causando cortes en los períodos de felicidad, se intercalan, ya que la misma desaparece al iniciarse un estado no positivo. Lo difícil de aceptar de este panorama es que en cada momento que yo deje de ser feliz y desee alcanzar la felicidad de nuevo solo dispongo de un solo camino y es lograr nuevamente satisfacer un deseo ó cumplir un objetivo. Veámoslo con un ejemplo: eres feliz pero dejaste de serlo por un estado no positivo y después deseas volver a ser feliz, por lo que debes luchar nuevamente por un objetivo para re-alcanzar la felicidad y así sucesivamente. Lo primero que se me viene a la mente es: ¿Tantos nuevos deseos tenemos? ¿Puedo re-cumplir un objetivo? ¿Se puede anular la satisfacción de un deseo para volver a desearlo?

“La no felicidad”: aquí plasmo mi último intento por dejar intacta la definición de felicidad, y el planteo es que la definición es correcta pero lo que sucede es que nunca nadie ha experimentado la felicidad. Los pertenecientes a este grupo nunca fueron felices, simplemente vivieron cambios de estados positivos subdesarrollados (comparados con la felicidad) y sus pares los negativos o neutrales. Es decir, han vivido todas las emociones que generaron estados, pero jamás la felicidad. ¿nunca nadie fue feliz? ¿Se ha extinguido la felicidad?


En resumen, y luego de exponer las tres alternativas para salvar la definición de felicidad y que pueda convivir en nuestro entorno son: Que la felicidad es eterna, necesitaré recuperarla constantemente o nunca fui feliz. Ahora veamos cual se adapta mejor a nuestro mundo real.

Sostengo que la primera opción no es aplicable a la vida real, esto solo sucede en los cuentos de hadas donde siempre nos remarcan “y vivieron felices para siempre”. Si alguien busca convencerte de lo contrario, miente.

La segunda alternativa es la que llama poderosamente la atención por su analogía con el mundo en el que vivimos. ¿no te pareció al leerla? A modo práctico me tomaré el atrevimiento de realizar una generalización y llamar “mercado” al responsable de hacer que funcione en nuestro día a día esta alternativa de felicidad. Tal como dijimos, la felicidad nos huye con nada estado ajeno a ella y debemos recuperarla, a como sea, cueste lo que cueste. La pregunta que nos debería surgir es la más obvia ¿Porque pareciera que no nos afecta el desgaste de estar constantemente buscando la felicidad?

En realidad, si nos afecta y mucho, pero no en la medida que debería ser porque estos deseos y objetivos por los que volvemos a alcanzarla se han materializado en cada producto al alcance de nuestras manos. La felicidad y nuestros sueños ahora han sido creados de miles de formas buscando adaptarse a la medida del bolsillo de cada uno. Salir del estado negativo implica invertir en lo que se me ha presentado como felicidad y la sensación de que regresa es tan real como efímera dando lugar en breve a un nuevo estado negativo y por ende ¿Qué sucede? ¡Exacto!, tengo que volver a salir a cazar la felicidad. ¿Recordás que dijimos que la trampa estaba en que no definen como convive con nosotros de la felicidad? Ahora lo deberías ver.

El mecanismo por el cual han logrado adaptar y esconder a la felicidad en cada elemento, objeto, servicio, deseo, sueño, experiencia, etc. Se llama cosificación y dicho proceso fue lento y comenzó hace mucho tiempo. Primero y quizá sin querer encontraron la sustancia noble a transformar en el sueño a alcanzar por todos, así fue como iniciaron la aniquilación de la naturaleza propia de la felicidad para que nadie más recuerde que era. Luego de la despersonalización le asignaron nuevas propiedades intrínsecas que llegaron a ser casi divinas, marcando la supremacía por sobre los demás estados, ¿que restaba hacer? Cosificarla, identificarla con cada objeto de deseo y obtenerla con lo que es el único acuerdo indiscutible por toda la humanidad, el dinero.

Que nos resta entender, ¿Por qué es tan fugaz mi estado de felicidad? por un lado porque cada objetivo o deseo obtenido no son propios, no son realmente mis necesidades, sino que me han convencido de que serán y me brindaran la satisfacción que espero y tan rápido como llegaron se esfuman, las necesidades no eran tales, eran ajenas. Por otro lado, y lo más importante, es que la culpable de mi nuevo estado negativo es la próxima felicidad, por más raro que suene es así, ya que constantemente nos están incitando a adquirir nuevos objetivos y deseos y lo que provoca esto es un período de insatisfacción y ansiedad que la única puerta de salida viable es la nueva felicidad. Y ¡magia! Entramos en espiral infinita de la insatisfacción, o mejor dicho infelicidad eterna. A esta altura del texto, la pregunta del millón seria entonces, ¿Por qué la deseamos tanto?, lo veremos más tarde.

Es por este motivo, el evitar la eterna infelicidad, que la opción que resta es mi elegida, la tercera (la no felicidad). Ya que prefiero desarraigarme de la felicidad o mejor dicho de lo que ahora llaman felicidad antes que aceptar las reglas de juego para obtenerla.

Desconozco en qué momento la felicidad se ha convertido en la reina de todos los sueños, no creo que esta simple ex-palabra quiera cargar con todo este paquete de esperanzas y fracasos humanos que se le asignaron. Siento pena por este sustantivo tan bellamente usado en la antigüedad. Ahora vaga por el mundo con la moribunda esperanza de recuperar su humilde significado, cosa que definitivamente no sucederá. Le hemos generado una crisis de identidad tan humillante que prefiere el suicidio lingüístico antes que esta nueva felicidad que nada tiene que ver con ella. Y yo pretendo darle este gusto, se lo merece, ya no es alegre ni placentera, le practicaré la eutanasia. ¡que descanses en paz! ¡buen camino! ¡buena estrella!


Ahora que ya no existe la verdadera, la antigua felicidad, ¿QUIEN es la felicidad?


Y le advierto querido lector que necesitaremos desprendernos de más elementos de este hermoso mundo en el que vivimos. No sólo hemos extinguido animales y plantas también aniquilamos vocablos y la primera en desaparecer será nuestra querida y tergiversada “felicidad”, y como vivimos en un universo orgánico donde las especies como los estados se relacionan entre ellas, con su muerte posiblemente otra especie sucumba, los sueños.

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