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¿DE QUE VIVIMOS LES NOMADES? Relatos que nunca aparecerán en las redes sociales

  • Writer: Cristian Daniel Ferrero
    Cristian Daniel Ferrero
  • Apr 20, 2021
  • 9 min read

Updated: Apr 21, 2021

Para sostener este trio amoroso con el nomadismo y la escurridiza ociología tuve que abandonar mi estilo de vida, y no porque fuera aburrida, monótona, tediosa o vacía; en mi caso la búsqueda de lugares remotos sin una fecha pactada de regreso fue el motivo, mal llamado excusa.

No sorprende que a la mayoría de las personas les inquiete (yo cargaba con esa duda) saber cómo nos mantenemos económicamente quienes vagabundeamos por estas veredas llamadas rutas. Repito, no sorprende, ya que los "seguidores" nos perciben desde lejos a través del filtro de la vacía, plástica y eterna alegría que utilizamos en las “redes sociales”. Selfies por doquier que no permiten ver lo que realmente importa, lo que hay detrás. Se suben historias por miles que muestran los mejores momentos que la naturaleza nos brinda; segundos de belleza única que se esfuman por una pantalla; paisajes sorprendentes acompañados de frases como “en la oficina” ¿Qué clase de oficina?; abrazos con niños de rostros racialmente dispares ¿Cuánto tiempo compartí con él o ella?; lejanas críticas a la tierra de uno; etc.


¿Cuándo trabajan? ¿de qué trabajan? ¿ganarán bien?


Estos filtros especialistas en engaño ajeno, y lo que es peor aún el propio (en el que todos caemos) jamás mostrarán las lágrimas del dolor por un trabajo físicamente desgastante, no aparecerán en las historias de Instagram la desolación, la pena, la bronca, el sentirte extranjero en cada rincón, ni muchos menos versarán los hashtags #queganasdeestarconmifamilia #bastademudanzas #soloyperdido #mequedansolo5euros #extrañomisviejos #nopudeabrazarle #sigoilegal #etc.


Narraré sin filtros, te develaré el detrás de escena, lo que hacemos mientras no estamos subiendo historias a las redes. Dejaré aquí relatos en primera persona (aunque no todos son propios) de las distintas profesiones que uno aprende viajando.




SPECIALIST IN FOOD SATISFACTION LOGISTICS

Especialista en logística de satisfacción culinaria


Una vez fui Glover (repartidor) una tarea que solo requiere dos piernas y una bicicleta, arribar al punto B con lo recolectado en el punto A. Trabajé casi tres meses en esta esclavista empresa donde fui mi propio jefe. Nunca un jefe me había denigrado a tan tamaña escala. Mi horario laboral concidia con los momentos más preciados del día. Viernes y sábados por la noche, cuando muchos celebraban cumpleaños, fiestas entre amigos (subiéndolo a las redes, obvio), yo me auto contrataba (cual super héroe guardián del consumismo) porque era el único horario disponible en la aplicación hasta que sumara por lo menos diez años de pedalear sin parar y obtengas la calificación de “trabajador nivel 2”.


La tarea de repartir en bicicleta es sencilla, pero eso no quiere decir que no tuviese mortificantes complicaciones. En primer lugar , la seguridad: A pesar de ser Barcelona “el primer mundo” tu bici necesita tres candados, uno protege a la bici en sí, otro la rueda de adelante y el tercero al asiento o sillín (después de las drogas, el contrabando de sillines lidera el mercado) . En segundo lugar, la entrega. ¿La entrega? ¡sì una entrega implica: búsqueda del más próximo árbol o poste (no más ancho que el largo de tu candado) para el armado y luego desarmado de tres candados o en su defecto ingresar con la bicicleta al edificio empujando con la frente una puerta antigua de dimensiones descomunales y pesada que te obsequia una torticolis aguda duradera, esto unas diez veces mínimo.

¿todo esto por qué? Porque aquí nadie baja a abrirte la puerta y recibir su comida. En pantuflas, con la bata del hombre araña aguardan en su sillón los reyes nocturnos.

Y un detalle no menor, luego de subir la planta baja no aparece el primer piso, sino uno llamado “principal” y una vez subido este psicológicamente quedas devastado ya que recién estás en el primer piso, la maldita hamburguesa a tu espalda, teniendo que subir aún cuatro pisos más hasta un ático, porque todos los antiguos edificios de la zona céntrica no tienen ascensor. Llegas traspirado, agitado, con las piernas temblando y el que te recibe la comida se queja de que se enfrió o que falta un sobre de kétchup que había pedido.

¡odio a mi jefe, me odio! Y encima me robaron mi amada bicicleta mi primer día de trabajo “la connor”. Una historia apasionante que no viene el caso, pero les dejo aquí el link si quieren leerla:


Toda experiencia te hace ver la sorprendente variedad humana. Entre todos los casos me quedo con el del RUNNER: especie de humano disfrazado con ropa desagradablemente ceñida al cuerpo que (lamentablemente) no deja lugar a la imaginación, usa zoquetes que no llegan hasta el pie, vinchas siendo pelados y accesorios varios que lo prepararían mínimo, para un viaje a Siberia. Este personaje me estaba esperando en su quinto piso para salir a correr ¿no podía bajar él? ¿Hacía falta que venga un sudamericano desde la otra punta de la ciudad, parar en el kiosco que está debajo de su casa, comprarle tres Gatorade? ¡si pidió tres bebidas energizantes! y saber que se preparaba para salir a correr...

Discúlpame por no poder subir fotos a Instagram de este trabajo, estaba manejando la bici, con cero grados, siguiendo las instrucciones del teléfono para saber en qué esquina debía doblar, mientras adivinaba si el camión que estaba girando me había visto.



PROFESISIONAL GENERATOR OF EMOTIONALS MOMENTS

Profesional en generación de momentos emocionales


El promedio de edad de las compañeras de trabajo rondaba los ochenta años, la tarea consistía en formar parte de la tribuna de un programa de televisión muy básico en producción y contenido que se transmitía a la siesta (obviamente). Nuestra misión era estar atentos a los carteles que levantaba la productora del programa y tener la capacidad de responder en forma síncrona acorde a lo practicado: “aplausos” aplaudir intensamente; “silencio” callarse; “uhhh” hacer la onomatopeya del sonido, “gritar” libertad de acción en voz alta; etc. La ejecución incorrecta provocaba en la joven productora una ira diabólica en forma de puteadas y revoleos de los carteles. La paga fue lo más recordado de este trabajo: son de esos momentos en que si pasan tus padres por ahí te agarran de la oreja y te llevan de nuevo a casa, sin importar tu edad, deprimidos y preguntándose qué hicieron mal.

Al finalizar el programa, afuera en la vereda del canal hacíamos fila frente a un arruinado carro de supermercado que contenía nuestro sueldo, de a uno avanzábamos y nos entregaban: una chocolatada, un sándwich y la deplorable suma de cinco euros por tan profesional despliegue realizado. Y no era cualquier vereda, las últimas cuadras de la extensa avenida Diagonal contienen los bancos y empresas más exitosas de Barcelona. Automóviles de alta gama, mujeres de etiqueta, hombres con gomina, billeteras gordas, mucho más gordas que las fetas de queso que tenía mi sándwich.

Discúlpame por no poder subir fotos a Facebook de este trabajo, no me lo permitían y la productora no paraba de gritarnos que estemos atentos mientras las cotorras octogenarias no cesaban de contarme que venían siempre y se sabían los nombres de todos los camarógrafos.


FINE HOT DRINKS TESTER

Fino testeador de bebidas calientes


Sentado en un minúsculo cubículo blanco frente a una computadora con un cuestionario que aguardaba tan inmutable como yo, me asustó la repentina apertura de una ventanita corrediza que no sabía que tenía en frente; unos guantes blancos de falso cirujano me dejaban tres bebidas calientes más un plato con galletitas tostadas sin sal, sin gluten, sin gusto. Esta primera ronda se trató de tres cafés diferentes donde tenía que testearlos y poder completar el cuestionario de múltiples opciones de la PC, calificando: su sabor, dulzor, intensidad, cuerpo, textura, apariencia, etc. Creo que mi adolescencia frecuentada por el vino en tetra con Pritty (gaseosa sabor limón) me ha dejado bastante deteriorado el sentido del gusto. ¿textura? ¿cuerpo? Eso lo dejé en blanco.



Tanto en la ronda de cafés, como en la de tés y chocolatadas no pude diferenciar ni sus sabores. Quizá cometí el error de mojar la galleta en cada bebida ya que había ido sin desayunar y el hambre no me dejaba concentrarme.

Luego me enteré que las galletas funcionaban como neutralizador de sabor entre testeos. Cosas de principiantes. Me fui de ahí aprendiendo que los tés tienen “apariencias” únicas. Me pagaron quince euros con una tarjeta sólo utilizable en el corte inglés, me alcanzó para un par de medias que a la semana una ya había huido con el duende de los soquetes distintos.

Aquí pude sacar una foto ¡mira! Pero me dio vergüenza subirla. No sabía cómo explicar que estaba haciendo.


HIGHLY TRAINED ACTOR NOT TO APPEAR ON SCENE

Actor altamente entrenado para no aparecer en escenas


De todas las formas que encontré para ganar dinero sin un trabajo fijo tengo que admitir que esta fue la mejor, la más fácil de llevar y por lo menos te retribuían con dinero en efectivo. Constaba simplemente de rellenar escenas de películas, series o publicidades. Si no eras citado para un repugnante e incómodo casting donde un joven director te pide cosas como “una sonrisa agria”, “una mirada de relámpago pampeano” o “baila bachata como si fueras un cachorro de ornitorrinco rengo” ibas directamente el día de la grabación.

Generalmente te disfrazaban con ropa que nada tenía que ver con tu talle, te sentabas por horas donde aprovechaba para comer a más no poder y algún que otro canapé se caía a la mochila. Hasta que llegaba el momento de “actuar”. ¡Luces!, ¡cámara! ¡acción! Y esos esperanzadores segundos venideros donde no podía dejar de ilusionarme con un salto directo a Hollywood, o por lo menos que el director me vea haciendo fantásticamente una escena donde simulo conversar con alguien a pesar de que la mesa está mínimo a cincuenta metros del actor principal, detrás de una columna, las cámaras no la alcanzarán jamás y apareceré fuera de foco. La esperanza nunca se pierde.

La comida era gratis, Hollywood aún no conozco y nunca supe cuál de todos era el director. Balance positivo. Así conocí a Pelé, pero esta historia no viene al caso. Igual te dejo el link de la publicidad (haz clic): Publicidad con Pele

Las fotos con Pelé las subí, al resto no, solo son columnas, fueras de foco y un puntito a lo lejos que soy yo.


RESPONSIBLE FOR MOVING THINGS USELESS

Responsable de mover cosas inútilmente


La famosa frase no te pagamos por pensar aplica aquí en un cien por ciento, luego de pasar por varios exámenes y etapas de selección donde para quedar descartado tenías que amputarte un brazo usando una lapicera mientras escribías tu nombre en la entrevista. Ingresé en un mundo donde estaba mal visto no romperte la espalda, no transpirar o no dar la impresión de sufrimiento. Nos la pasábamos llevando y trayendo cajas para el montaje de escenarios o montando unas especies de carpas diseñadas para que su armado se demore lo máximo posible. Eso éramos, mulas siguiendo instrucciones de ingleses que sobresalían por sus ineficientes y sobredimensionadas ideas irreproducibles.

Luego de mi primer día de trabajo que implicó unas doce horas estaba abatido, mis piernas sentían que habían corrido un maratón keniata, mis manos ampolladas como si hubiese estado aplaudiendo tuercas durante treinta horas y mi espalda tan rígida sufría electroshocks al querer agacharme eran pinchazos de una familia de abejas africanas en celo buscando llegar al néctar de mi columna.

Doce días en el infierno. No me saqué ninguna selfie porque perdí la movilidad fina de mi mano por dos meses.

¿fotos de este trabajo? Aún me duele la ciática.


WAITER WITHOUT PERMISSION TO CROSS ARMS

Camarero sin permiso de cruzar los brazos


Faltaría a la verdad si menciono esta profesión como experiencia laboral ya que sólo duró un día, el día de prueba justamente. La jefa, una mujer oriental (creo que china) llevaba como mínimo veinte años en España y prácticamente no hablaba español. Su interés por la lengua castellana era proporcional a mi interés por quedar seleccionado. Cuando le preguntaba que tenía que hacer sólo repetía “blazos así” mientras ponía sus brazos al costado del cuerpo, luego mostró el ejemplo de lo que no estaba permitido “no blazos así” y cruzaba sus brazos a la altura del pecho. La segunda petición la demostró asomando de su minúscula boca sus pequeños dientes “sonleir siempre soleir”. No le importaba la cantidad de copas que pueda llevar en la bandeja, los idiomas que hablara o mis experiencias laborales previas. Sonreír y no cruzar los brazos era mi nuevo curriculum.

Las condiciones contractuales eran proporcionales a las exigencias profesionales, pero desproporcionales a la carga laboral: todos los días de la semana diez horas por día ¡sí, todos los días! el descanso, lo anunciaba la jefa con cara de “mira que buena empleadora soy” sería un día designado al azar (entiéndase azar por cuando a la china se le cantara el culo) y no completo, sino sólo la tarde libre. Y el pago…el sueldo…una miseria, era ofensivo, ni un trabajador de la zafra en el Tucumán del año 1910 tenía tan crueles condiciones. Terminé mi examen de camarero oriental con una sonrisa y los brazos abiertos, aprobado según la jefa. Pero yo preferí continuar con los brazos abiertos, abiertos a seguir buscando trabajos más dignos.


Nada de esto verás en las redes, pero de esto vivimos o mejor dicho así sobrevivimos quienes deambulamos por el mundo rozando el delirio y sin timón.

Espero hayas disfrutado el relato más que yo los trabajos.

Y esto es sólo la primera parte…próximamente los trabajos como voluntario…

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