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RUSIA: Misterio Transiberiano (parte I)

  • Writer: Cristian Daniel Ferrero
    Cristian Daniel Ferrero
  • Oct 27, 2020
  • 7 min read

Updated: Jan 6, 2021


Rubias altas, rubios grandotes, musculosos, mafiosos que robarán tus órganos, familias que pasan sus días tomando vodka, nadie habla otro idioma, todos son grandes jugadores de ajedrez, mucha nieve. ¿Qué más hay en Rusia? ¡Comunismo!

Esa era mi imagen de Rusia antes de visitar a aquel país tan extraño del que todo lo impregnado en mi mente provenía de películas estadounidenses, la única información adicional proveniente de fuentes un poco más serias que Hollywood era: que es el país más grande del mundo con el tren más largo del planeta, el famoso transiberiano. ¡Ignorante total!


Acompáñame a buscar nuestra propia versión, presiento que el andar sobre estas vías nos aclarará muchas dudas, pero tengo que ser sincero: hay un misterio que circula por Rusia que sólo estando allí se te anuncia; una vez que ingresa en tus neuronas, te invade hasta los huesos como el viento siberiano, te atropella como una locomotora, te desespera como el inentendible cirílico y no siempre es resuelto, quedandose contigo como una pesadilla recurrente.

Nos encontramos en Moscú, una ciudad que rompe las expectativas de cualquier turista, viajero, nómade, etc. Todo es proporcional al tamaño de este país, sus avenidas, sus monumentos, sus millares de edificios, sus ríos, su metro con cada estación única en su diseño. La sensación es la de estar en Europa, modernidad, tecnología, comodidad, todo con un tinte ruso que estamos comenzando a entender.

Desde aquí es el inicio oficial del transiberiano, mejor dicho, de la más famosa entre todas las líneas. Podrás ver en la siguiente imagen la traza completa de la línea que une Moscú-Vladivostok, cruza literalmente todo Rusia de Oeste a Este marchando 9288 km. Es como ir de Ushuaia a la Quiaca ida y vuelta o como atravesar en línea recta todo Europa y regresar. ¡Mira el trayecto aquí!

Así llegamos a la monstruosa estación de trenes de Moscú para realizar nuestro debut, encontramos el cartel donde anuncian las salidas ¡SORPRESA! ¡los carteles en inglés! super orientado para los turistas y nieve no vimos; primeros dos mitos derribados, por lo que resta: Rubias altas, rubios grandotes, musculosos, mafiosos que robarán tus órganos, familias que pasan sus días tomando vodka, todos son grandes jugadores de ajedrez. ¿Qué más hay en Rusia? ! ¡Comunismo!


Ahí está él nuestro (el número 100), pero no tengas miedo que vamos a hacer varias paradas, no viajaremos 10.000 km en un solo tirón.

Antes de subirnos, se nos presentó aquel enigma que les comenté: al decir que somos argentinos uno acostumbra a recibir palabras como “Messi, Maradona, Tango, el Papa, el Che Guevara” pero aquí en Moscú algo

que sonaba como “guentinian music yamaic” nos desconcertaba en cada charla.

El misterio a develar se convertía en el 3er pasajero.


Inicio: Moscú, 0 km recorridos: Llego el tren ¿subimos? ¡obvio que sí! ¡Comienza el viaje!, se enfrentan en este primer acto Rocky Balboa representado el terror a lo desconocido y en el rincón opuesto el ruso Ivan Drago bajo el rol de la adrenalina detectivesca motivadora (muy para ochenteros).

Creo, querido amigo, que a esta altura está de más aclarar que ni se discutió con mi compañero de viaje Gastón Belano que iremos en la clase más barata de todas, la 3era.

¿Cómo es el transiberiano por dentro?

¡Te lo muestro! En tercera clase hay 6 camas por sección, como ves en la foto hay 2 camas arriba y dos camas abajo dentro de una habitación abierta que tiene una mesita en el medio.


En frente, hay dos camas horizontales al pasillo donde la cama de abajo se convierte en mesa con dos asientos. En esas dos camas viajábamos nosotros para poder tener nuestra mesa propia e ir pegados a la ventana disfrutando el paisaje.




Primera parada, Ekaterimburgo, 1417km recorridos: nos encontramos en la frontera entre la Rusia europea y la asiática, los montes Urales son la separación natural de esta división demográfica que es realmente notoria, a partir de aquí los rasgos de los rusos empiezan a ser más asiáticos, por lo que podemos afirmar que las rubias y los grandotes no serán ya tan frecuentes; tercer mito eliminado, nos resta: mafiosos que robarán tus órganos, familias que pasan sus días tomando vodka, todos son grandes jugadores de ajedrez. ¿Qué más hay en Rusia?! ¡Comunismo!


Como todo detective sabe que por las noches el viento local susurra en cada esquina sus mitos y leyendas, decidimos buscar pistas en esta ciudad que todo historiador ha escuchado nombrar, aquí fue asesinada la última familia real rusa: Los Romanov (el zar Nicolás II, su esposa, la zarina Alejandra, y sus cinco hijos). Andamos con cuidado, aún no se ha encontrado el cadáver de la hija más pequeña llamada Alekséi y afirman que buscará venganza.

A quien este leyendo le aconsejo preparar el café, ir al baño, o finalizar todo lo que esté haciendo, a continuación trataré de transmitirte la sensación de vivir algo que roza con el salvajismo, lo rústico, lo descabellado en su máxima expresión. Debajo dejo las pruebas de este suceso, y es este el motivo por el que me atrevo a relatarlo, sino sé que sería difícil de creer: ¡es de noche y vamos a salir! ¿lista? ¿Preparado?


Tú, Gastón y yo entramos a un bar llamado KillFish (matar pez), en la puerta un ropero con forma de humano te revisa por si traes armas, una larga escalera asciende e ingresamos a un lugar en penumbras, lleno de humo, un heavy metal pesado suena de fondo a muy alto volumen. En la barra del bar un cliente lleva puesto un casco de guerra, ¡si, un casco de guerra!, le sirven un vaso con liquido rojo prendido fuego y es tomado de un solo sorbo. Acto seguido, el barman que lo atendió toma un bate de beisbol y le golpea en el casco que lleva puesto, inmediatamente se para en la barra y lo patea con intensidad, la arremetida no ha acabado aún, una butaca vecina también prueba la dureza del casco, un matafuego pide permiso para interrumpir la escena y por último un barril de cerveza cierra la golpiza. Todos aplauden, las luces regresan, la música se calma y aquel cliente un poco mareado devuelve el casco y regresa a la mesa con sus amigos, rusamente aplaudido, como un héroe. ¿no nos crees? ¡Mirá!

Aquel “guentinian music yamaic” era cambiado de orden por el borracho simpático que había recibido los golpes y agregaba lo que parecía una nueva pista: “reue music guentinia yamaic”.

De nuevo en nuestro vagón, el cristal nos regalaba los últimos colores originales de la naturaleza antes que comencemos a adentrarnos en los albinos paisajes siberianos.

¿Qué comíamos? Nos equipábamos con sopas y fideos ya que dentro de cada vagón hay agua caliente GRATIS, así cocinábamos y pasamos horas engañando a nuestro estómago con el tan amado mate y su yerba reutilizada. Las caras van cambiando, rasgos orientales amarronándose; tímidos de sonrisas inocentes nos saludan en silencio, otros curiosos más audaces nos preguntan de donde proveníamos y hasta se animaban a pedirnos una foto. La convivencia fue excelente, el andar suave y la gente muy respetuosa.

Una mañana, cuando el sol calentaba la espalda de los peones negros, un hombre se acercó al ver que jugábamos al ajedrez y con su índice nos desafió, nos miramos fijamente recordando a tantos campeones del mundo que habrán rodado por estas vías, obviamente aceptamos. Rotundo triunfo argentino ajedresístico. Cuarto mito eliminado, nos resta: mafiosos que robarán tus órganos, familias que pasan sus días tomando vodka. ¿Qué más hay en Rusia?! ¡Comunismo!








Segunda parada, Novosivik (2.811 km recorridos): a pesar de ser una ciudad grande la sensación de igualdad económica y social comenzaba a hacer eco en nuestros registros y pensamientos, los sectores de ricos y pobres eran difícilmente diferenciables. El próximo tren estaba anunciado a las 00:15 ¡jamás se te ocurra llegar tarde!, nos aconsejaron. Solo faltan 2 minutos para el horario anunciado, una pequeña luz se acerca velozmente ¡ahí viene! No dejes de mirar la hora del reloj en la pared al finalizar el video, ¿puntual no?

Tercera parada, Tomsk (3.110 km recorridos): De Novisivik decidimos desviarnos de la traza original del transiberiano para ir a la ciudad de Tomsk, adentrarnos plenamente en Siberia podría ayudar a revelar nuestra incógnita, pero lamento decir que no fue así. Te dejo aquí abajo las hermosas construcciones típicas de lo que es realmente una ciudad siberiana.

Salvo excepciones, las personas dentro y fuera del tren no parecían llevar sus vidas ingiriendo vodka como veíamos en las películas. Quinto mito eliminado, nos resta: mafiosos que robarán tus órganos. ¿Qué más hay en Rusia?! ¡Comunismo!


Cuarta parada, Irkutsk (4.738 km recorridos): esta famosa ciudad es visitada por ser el portal de entrada al lago Baikal, siendo este el más profundo del planeta con la excepcional cifra de 1.642 metros. Y cuna de antiguos linajes de chamanes que aún hoy visitan sus costas y conservan sus ceremonias milenarias.

Nuestras estadías fueron siempre en los hostels mas ecónomicos que conseguimos, en realidad pensiones de trabajadores rusos. Además de su calidez, sonrisas y platos típicos nos brindaron un nuevo dato (el más claro al momento) pero no le encontrábamos relación con los anteriores: “futbol, mach”.




Luego de semanas en este país y haber cruzado la mitad de él, nos sorprendimos de que no nos han robado ningún órgano. Sexto mito eliminado, nos resta solo uno: ¡Comunismo!

Y así logramos entender que toda la mentira, el engaño, la difamación era solo una cuestión política, la amenaza de otro sistema, ni mejor ni peor. Distinto.


¿Cuántas ideas defendemos sin fundamentos? En estos tiempos de sobre información, donde discernir entre la verdad y la mentira es casi imposible, creo que el mensaje proviene no de lo que leemos, sino de comprender quien lo escribe y que intenciones esconde tras lo que parece ser la información.


Aplicamos esto que tenía forma de enseñanza a nuestra incapacidad de resolver las pistas colectadas al momento “reue, music, guentinia, yamaic, futbol” y lo decidimos sin dudar (y sin consultarte, disculpanos) abandonaremos el transiberiano y continuaremos por Siberia A DEDO…quizá la ruta nos provea ese cambio de punta de vista que estamos necesitando.


Haremos dedo con temperaturas bajo cero, nevando, en pequeños poblados y difícilmente entendamos a quien nos lleve. Pero ya sin miedo porque no hay más prejuicios.

¿vamos? ¿sorteamos quien empieza a hacer dedo? continuará...

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