RUSIA: Siberia a dedo (parte II)
- Cristian Daniel Ferrero
- Nov 7, 2020
- 7 min read
Updated: Nov 12, 2020
Nos encontramos en la ciudad de Irkutsk, nuestra cuarta parada luego de haber recorrido en tren aproximadamente 4.800 km, equivalente a más de cinco días sobre rieles. Desde aquel distante Moscú al día de hoy dos elementos nos continuaban acompañando: uno seguía inmutable, rígido, oculto entre elementos indescifrables: “reue, music, guentinia, yamaic, futbol” y el otro había variado rotundamente: nuestro miedo y percepción sobre Rusia.
Ambos elementos gestaron el nuevo plan de investigación: continuar por Siberia A DEDO…quizá en ruta se estrenen indicios. Se realizó el sorteo y me tocó estar a cargo de la primera levantada de pulgar.

¿Cómo van a saber a dónde vamos? en un país donde el alfabeto utilizado es un derivado del cirílico y nuestra pronunciación de la ciudad de destino podría provocar confusiones. ¿Cómo lo solucionamos? Le pedimos a una amiga rusa que nos haga un cartel con la ciudad destino: Utulik, que en alfabeto cirílico se escribe (o se dibuja) así: Утулик. El dedo gordo levantado acusaba congelamiento antes de que pase el primer auto, con gran asombro no tardamos mucho en recorrer los 140 km que nos separaban de Утулик.
El albinaje siberiano crecía en las mismas proporciones que descendía la temperatura. Nuestras caras de alegría son la prueba fiel de la sorpresa por tamaña amabilidad de cada persona que no sólo se tomaban la molestia de llevarnos sino que nos invitaban comidas típicas que cruzábamos por la ruta; y no voy a mentir, la sonrisa (también) es por la calefacción que rescataba las extremidades de la hipotermia.

Amigo investigador ¡atento! No te olvides de esta foto, obsérvala bien, que te servirá para nuestro próximo examen detectivesco. Largos silencios autoritarios dominaban el viaje, el gran avance tecnológico era completamente inútil. Disparábamos un audio en ruso desde nuestro móvil que intentaba traducir un “¿cómo te llamas?” y seguida la respuesta del chofer nos devolvía un audio en español que leía “cáscaras sin abejas”.
Lamentablemente se nos seguía escondiendo la resolución de aquel “reue, music, guentinia, yamaic, futbol” y temíamos que sea cada vez más complicado resolverlo ya que aparentaba un éxodo de lenguas extranjeras por aquí. Rusia se acentuaba salvaje, íntima y fascinantemente siberiana.
Si hubo algo realmente agobiante en este primer trayecto como autoestopistas (o hacedores de dedo) fue el tiempo que nos llevó dilucidar como hacían para no estrellarse en cada intento de adelantarse. La parca nos invitaba a seguirla con cada automovilista lento que nuestro conductor no dudaba en dejar atrás, presionábamos el freno invisible clavándole las uñas al posa brazo, nuestros ojos se buscaban para despedirse en cada maniobra y no recuerdo con claridad, pero creo que me persigné. Sonreíamos todo el tiempo, incómodos.
¿De dónde provienen estos sustos? te preguntarás; como este viaje es casi una prueba de ingreso a la KGB (el FBI ruso) primero te mostraré el video de un trayecto previo a nuestro arribo, aquí la segunda pista, pero sólo a un gran observador ellas se develarán:
¿Lo descubriste? ¿seguís sin detectarlo?
La costumbre, normalidad, “aprendizajes” a veces encapsulan nuestras ideas y pensamientos en puntos fijos difíciles de abandonar.

Una ayudita más, otra foto ¿notás que un elemento importante ha cambiado de lugar? y no me estoy refiriendo al Omul, (que migró a nuestros estómagos) un pez de la familia del salmón que sólo se encuentra en el lago Baikal y se come ahumado ¡Un manjar!
...
¡Felicitaciones! EL VOLANTE, el lado del chofer ha cambiado. Descartada la dislexia.
En rusia la reglamentación de circulación y manejo es como en Argentina y España, se circula por la derecha y se maneja desde el lado izquierdo, pero a medida que nos dirigimos hacia el oeste encontramos cada vez más cantidad de automóviles japoneses (muy económicos) con el pequeño detalle de que el volante está del lado derecho (como Inglaterra y Japón). En resumen, se maneja por la derecha y permiten circular ambas formas de conducción.
Así que cada vez que un vehículo japonés intentaba adelantar, debía asomar todo el rodado hasta que el chofer adquiriera visibilidad, ¡y lo hacían con una agilidad asombrosa! ¡UNA LOCURA!
Hasta que vimos la rudimentaria solución, el truco mágico que transformaba el intento de pasar, en un pase limpio, un tercer ojo que reglejaba lo que el confuctor no podía ver: DOS ESPEJOS.
¡Misterio resuelto! Mirá el video de nuevo. Si no, aquí la captura.

Quinta parada: Utulik (4.880 km recorridos): Ahorrar a cambio de vivir en un sauna.
Nos encontramos frente al lago Baikal, en este pequeño pueblo de no más de 800 habitantes. Los lugares turísticos alrededor del lago escapaban de nuestro presupuesto, así que el amigo ruso de una amiga rusa de otro amigo ruso nos dejaba muy barato vivir en un sauna móvil que tenía en su patio.
¿ Y el baño? A pesar de las condiciones ruso-siberianas:

* Temperaturas bajo cero.
* Un ejército de miles de chifletes filtrándose como hilos de viento salvaje que cortaban tu piel.
* Extraños aullidos de animales.
* Penumbras espectrales.
Las necesidades básicas se realizaban exitosamente en esta biblio-letrina.
Un pequeño paso para un ruso, un gran salto para nosotros.
Pero ni de esta ceremonia rupestre pudieron fluir nuevas pistas. El “reue, music, guentinia, yamaic, futbol” luchaba, se resistía a presentar su verdadera identidad.
No alcanzaba con cambiar o ampliar nuestra perspectiva, porque seguía siendo la nuestra, lo que teníamos que hacer era encontrar la matriz rusa, adaptar nuestros cinco sentidos y nuestra mente a estas tierras, convertirnos en ellos y ellas. Y eso sólo lo lograríamos arriesgando nuestras vidas, experimentando la más riesgosa de las actividades sociales rusas:
Cien grados de desquiciada adrenalina
Golpea el anfitrión la puerta de nuestra casa-sauna y nos invita a seguirlo hasta una habitación pequeña y calurosa hecha de adobe y techos de madera donde hay dos puertas: la que utilizamos para ingresar y otra que nos lleva a el sauna propiamente dicho. En el centro una mesa con cuatro cervezas de dos litros cada una, nos sentamos, destapamos la primera y brindamos: Na zdorovie!
A partir de ahora te iré traduciendo las instrucciones que nos dé:

- Dice que nos quedemos en ropa interior y que usemos estos gorritos blancos. Por nada del mundo nos los quitemos, ya que las altas temperaturas que habrá dentro del sauna pueden quemarnos literalmente la oreja.
Fin de la primera cerveza.
- Pide que vayamos dentro del sauna y que nos sentemos en la tarima de más abajo.
El calor es intenso, casi 85 grados, por momentos no se puede respirar, nos miramos sonriendo, esa risa producida por la amenaza, la incertidumbre y el sentirse expuesto a algo tan incómodo.
- Dice que salgamos afuera, pero no a la salita sino al aire libre.
Afuera hace -5° aproximadamente, pero el cuerpo no acusa recibo, nos reímos aún más, todo es muy extremo. Nuestros cuerpos son chimeneas de vapor. Cuando ya comenzamos a sentir frío, nos dice:
- Vamos adentro de nuevo a tomar otra "piva" (пиво), birra.
Disfrutando la nueva cerveza, aliviados, pensando que la experiencia fue suficiente como para ya ser un alocado recuerdo digno de contar. Nos interrumpe y pide que aceleremos el trago:
- ¡Al sauna nuevamente!
La temperatura ha aumentado, respiramos con lentitud porque las bocanadas queman. Echa agua en las piedras ardientes produciendo un vapor calcinante. Risas como espasmos incontrolables, la humedad sofoca y las miradas sufren.
- Al aire libre, nos tenemos que parar uno al lado del otro y cerrar los ojos. ¡sí, eso dijo!
Al cerrar los ojos: silencio, pasos, alguien se aproxima. Un valde de agua helada, casi congelada cae sobre cada uno de nosotros. Carcajadas de adrenalina liberan la tensión, los músculos pasan de la dilatación calórica al contorsionismo extremo.
- Vamos a la salita a tomar otra cerveza (la tercera).
Ninguno de nosotros se animaba a preguntar si ahora definitivamente había acabado, tomábamos la cerveza lentamente, dilatando una nueva orden. Pero la misma llegó:
- ¡Adentro del sauna nuevamente! pero que nos sentemos en la más alta de las tarimas y acostados boca abajo.
La humedad y temperatura en crecimiento invaden todo. Vemos que agarra una rama repleta de hojas, la moja en un recipiente y comienza a pegarnos. El agua incineraba cada lugar el cuerpo que recibía el impacto, la taquicardia nos ponía alerta, las carcajadas descargaban insultos y suplicas no respondidas por falta de un traductor.
- Al aire libre otra vez, y dice que lo sigamos.
Nos encontramos frente a una especie de tanque lleno de agua helada, se mete él primero (completamente) y al salir nos señala marcando nuestro turno. Luego de las inmersiones donde ya no diferenciamos entre dolor, risas, pánico, alegría, amor, odio, calor o frio. Una sensación de estar completamente drogados sin saber por qué hacemos lo que estamos haciendo.
- ¡Ahora nos señala unos aislantes para que nos acostemos aquí!
Y así fue como mojados, en calzoncillo y gorrito, nos acostamos con ya casi -7º a ver las estrellas relucientes de esta Siberia extrema, sin sentir frio, ni calor, riéndonos, incrédulos y empachados de adrenalina. Media hora después, entramos por la última cerveza.
- Nos pregunta si queremos entrar otra vez.
Un rotundo NO emerge domando un grito sincrónico de nuestras bocas. FIN
El masoquismo es una actividad inherente al viajar intentando vivir (y ser parte) de costumbres "forasteras". Al día siguiente cada centímetro de musculo dolía, como esos retornos al gimnasio luego de años sin ir, éramos un calambre humano.
Y así abandonamos nuestro amado lago Baikal, donde el humo de un asado atrajo uno de los que si podríamos llamar “ruso de película”; él, muy borracho se ofendía si rechazábamos su vodka. A través de escupitajos el suelo con cara de enojado nos hacía saber que le disgustaba algún personaje que nombrábamos. EL CHE, provocaba rondas de vodka.
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Comunicándonos en ruso, sin palabras, dando lugar a la conversación más fluida de este viaje. Ya podíamos prescindir de los malditos traductores que no entienden de tonadas, lunfardos, acentos ni dialectos. Los últimos seiscientos kilómetros que nos separaban de Mongolia los hicimos como verdaderos rusos, siberianos, exploradores de sus praderas, domadores de osos, lectores de huellas en la nieve, conductores volátiles, zares, lenninistas, trotskystas, etc.
No hacía falta levantar el pulgar, la simbiosis rusa daba claras señales de hacia dónde íbamos.
Y así fue como el misterio se nos develó, estuvo frente a nuestros ojos todo el viaje, pero necesitábamos ser parte, ser el Kremlin, San Basilio, sus trenes, rutas, pez, humo, los Urales, vodka, arcoíris, alfabeto, etc.
Aquel “reue, music, guentinia, yamaic, futbol” era MUSICA: ¡Un reggae muy famoso en toda rusia! Su letra habla sobre un partido de fútbol donde Argentina venció por cinco a cero a Jamaica en el Mundial de futbol en Francia en 1998 y el pueblo ruso apoyaba al dolor jamaiquino, totalmente incoherente, ¿no? eso lo hace más interesante.
“Reggae, música, Argentina, Jamaica, Futbol”
¡Siempre estuvo ahí! Pero nosotros no estábamos aún.
Y así es como algo tan simple y banal fue nuestra inagotable fuente de curiosidad durante los casi 6.000 km en Rusia.
El misterio develado selló la salida. Cruzamos la frontera, miramos hacia atrás, sonreímos y encendimos nuestras pipas, triunfantes.
¡Te dejo el reggae y su letra! Disfrútalo
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